lunes, noviembre 20, 2006

PAULA JIMENEZ



Siempre me esforcé por tener linda letra y considero que la caligrafía es un aspecto importante de la escritura. Ya sé, esto último es una consideración muy personal, pero, por lo que tengo entendido, también para los chinos un buen pintor es un buen poeta.
En mi último libro no soy la misma que la del anterior; construyo una poética en cada proceso, con sus tiempos, sus recursos.
Yo creo que cada uno escribe sobre lo que tiene que escribir, ese "sobre", ese objeto seleccionado es, a mi modo de ver, el lenguaje mismo.
Mi plan, o mi deseo más específicamente, al escribir "La mala vida", era hacer un libro más o menos largo, o al menos no tan corto, creía que tenía mucho por contar, y sin embargo no pude superar los veinte poemas. Y esta idea de que "tenía mucho por contar", es falsa, es una idea acumulativa que en nada tiene que ver con la poesía. Así que todo lo que hice después fue producirme una estimulación que no dio ningún fruto, recurrí a la literatura, a anécdotas de otros, a películas, pero no, "La mala vida" ya había llegado a su fin mucho tiempo atrás... cuando corrijo, sola o ante otro, no pienso nada, me olvido de cualquier concepto en abstracto. Trabajar sobre un poema es lo único concreto del mundo, y es, a la vez, un acto de humildad. Y no sé si se aprende a escribir, pero, seguro, se aprende a corregir. En poesía la imagen puede ser cualquiera, puede ser una escoba y esa escoba transformarse en mi excusa perfecta, en mi inspiración incondicional.





Yo prefiero las tardes para escribir, en realidad, cuando empieza a atardecer. Tal vez es la hora en que hay menos ruidos, o en que algo del ambiente general y de mí misma empieza a apaciguarse, a concentrarse. Y por eso también me resultan más propicios los inviernos. Aunque una vez, y esto es para demostrar que en la vida nada es de una sola manera, escribí un poema una mañana de primavera en Parque Centenario. El poema se llama "Espacios naturales" y fue el puntapié inicial de mi último libro. En ese caso escribí a mano, pero la mayor parte de las veces lo hago directamente en computadora. De todos modos siempre me esforcé por tener linda letra y considero que la caligrafía es un aspecto importante de la escritura. Ya sé, esto último es una consideración muy personal, pero, por lo que tengo entendido, también para los chinos un buen pintor es un buen poeta. El plan es algo que me sucede en forma natural. No lo busco o quizás sí, inconscientemente. Me conecto con un tono, una voz y por lo general esto va ligado a la elección de un tema, pero creo que como consecuencia y no como origen. O a veces resulta misterioso, porque tono y tema se hacen juntos, vienen aparejados. En mi último libro no soy la misma que la del anterior; construyo una poética en cada proceso, con sus tiempos, sus recursos. Yo creo que cada uno escribe sobre lo que tiene que escribir, ese "sobre", ese objeto seleccionado es, a mi modo de ver, el lenguaje mismo. Y el lenguaje propio, como toda característica personal, es mutable también. Me puedo proponer un plan, sí, pero no como una obra de la voluntad, resulta difícil explicarlo: para su confección y concreción intervienen muchos factores que escapan a lo que puedo comprender. A veces creo estar en la mitad de la escritura de un libro y de golpe me sobreviene la seguridad de que se terminó. Mi plan, o mi deseo más específicamente, al escribir La mala vida, era hacer un libro más o menos largo, o al menos no tan corto, creía que tenía mucho por contar, y sin embargo no pude superar los veinte poemas. Y esta idea de que "tenía mucho por contar", es falsa, es una idea acumulativa que en nada tiene que ver con la poesía. Así que todo lo que hice después fue producirme una estimulación que no dio ningún fruto, recurrí a la literatura, a anécdotas de otros, a películas, pero no, La mala vida ya había llegado a su fin mucho tiempo atrás. Nunca experimenté tan claramente este "cierre" natural. Sí, corrijo siempre, para mí la corrección es parte de la escritura misma. Yo funciono así, será por mi formación, hice muchos talleres y en los talleres se trabaja revisando permanentemente. En esos casos son otros quienes leen tu texto, en este, al hacerlo sola, me encuentro con que cada vez tengo una visión distinta, es decir, transito por nuevas variaciones sobre un eje estético que yo misma voy creando. Teniendo claro eso, el lugar aproximado desde donde escribo, me resulta muy enriquecedor recurrir a mis amigos, reunirme con ellos para escuchar qué opinan y permitirme opinar sobre sus poemas también. En esta actividad, la de opinar sobre otros, también se va gestando algo que influye sobre lo propio, porque al mirar lo ajeno se produce una afirmación íntima, casi fugaz, en un punto que es estable sólo en ese momento, una concepción poética personal, válida provisoriamente. Quiero decir, el propio criterio de corrección es un patrón que a veces se mantiene igual, otras se contradice, porque depende de cada poema. Yo digo todo esto, pero cuando corrijo, sola o ante otro, no pienso nada, me olvido de cualquier concepto en abstracto. Trabajar sobre un poema es lo único concreto del mundo, y es, a la vez, un acto de humildad. Y no sé si se aprende a escribir, pero, seguro, se aprende a corregir. Cuando estoy encaminada en algo voy fluyendo por una especie de corriente que me lleva, una energía compositiva. Yo ubico algo del orden de lo visual porque me digo: es una manera de mirar las cosas, de focalizar, no digo es una manera de escucharlas o de decirlas. Antes era más frecuente darle paso a una música y después aparecía aquello con lo cual la llenaba. Pero ya no es así, para nada. Ahora me importan las impresiones que las cosas me dan, pero tampoco confío tanto en ellas, porque ellas llegarán al papel después de pasar por el filtro del lenguaje. O quizás se mire con el lenguaje y en la mira poética algo se cercene a través del enunciado para que la subjetividad se expanda, libere su tercer ojo. Aunque a veces miro normalmente y ese blanco que en su momento pasó desapercibido vuelve un tiempo después aportándome un objeto para escribir. En poesía la imagen puede ser cualquiera, puede ser una escoba y esa escoba transformarse en mi excusa perfecta, en mi inspiración incondicional. Por eso la imagen es algo particular, es la ausencia de algo que busca presentificarse a través de la palabra. Y en mi caso la palabra a veces se acomoda a una estructura musical, pero esta estructura, este sostén, no está a priori, sino que aparece simultáneamente a las otras patas sobre las que se para el poema.


Poemas



Estábamos hablando del amor. Una hoja, un puñado de simiente… empieza con eso, aprende un poco lo que es el amor. Primero una hoja, la caída de la lluvia, después alguien que pueda recibir lo que la hoja te enseñó, lo que maduró la lluvia. No es un proceso fácil, compréndelo: puede exigir toda una vida, como me ocurrió a mí, y aún no he logrado dominarlo, ni creo que lo haga nunca… Sólo sé esta verdad tan grande: que el amor es una cadena de amor, del mismo modo que la naturaleza es una cadena de vida.

Truman Capote


Lucas

III

voy a gritar cuanto sea necesario voy a pararme
en tu mesa de luz sobre tus libros voy a bailar
pisando tus papeles y a estirar mis brazos
como si estuviera en el mar pero hacia arriba
señalando la lámpara el ventilador de techo
la terraza el campanario de la iglesia las palomas
y más arriba, más, donde nos miran
los muertos convertidos en estrellas

V

yo quiero ir al mar y al espacio sideral
donde es de noche siempre
y el traje se infla y se desinfla
la cabeza escondida en su burbuja
mientras salto sobre un colchón de aire,
en plena elevación un astronauta
le da la mano a otro con blandura,
sin esta pesadez de unos ladrillos
tan firmes que podrían derrumbarse

VIII

arriba es todo igual pero me gusta,
si tengo sueño apago el velador
entra la luna en la cabina oscura
y clarea los contornos del volante
los botones del tablero las pantallas,
afuera los planetas siguen de largo
y se ven por la ventana

IX

toda la tierra es chica a comparar
con esta noche larga del espacio,
olas gigantes entran por los ojos
y el empujón voltea
en la parte profunda o en la orilla
si toco el suelo, el suelo
es siempre arena

X

infinita es la arena, no se gasta
aunque la usemos para hacer castillos
o el tiempo la convierta en piedra,
pedacito de estrella que se apaga
y mil años después cae a la tierra

Marcos Paz



A Fernando, Pepa, Lola, Vero,
Fernando Diego, Andresito, Antonio, Guata, Feliciana,
Angeles, Mafalda, Ida, Chola, Andrés y Nelly Cruz


II

Por el camino de lajas se entra al parque
y el paso mismo pide
andar en línea recta, más lejano
el trazado de un círculo atraviesa
el gomero, el tilo, los ciruelos.
Todos los árboles superan nuestra vida.
Longevos y abundantes no se cansan
de dar ni de seguir, tan generosos
creciendo hasta la muerte.


III

Hay un aljibe seco en el medio de todo,
de donde mire una
ve esa arcada
de piedra con su gancho, allí
juegan los niños a esconderse,
atrás la ligustrina que separa
la propiedad privada
de la calle.
Pero se abre una puerta porque el viento
empuja todo encierro.
¿Impedimentos?, no hay
aunque más tarde llueva y el aljibe
se inunde de esa agua polvorienta,
tan buena para el pelo y gire
el gallo de los puntos cardinales,
la vaca entra sin miedo y pace
el pasto de la vida
que es su pasto.


IV

Subite, cosa
dulce, al tobogán
mirá esta tarde desde el centro de un reloj:
las manecillas del tiempo son tus árboles
los pinos que compiten por la altura,
débiles, dóciles, pero no se quiebran.
Nada los quebrará, ni los vecinos
talando el pueblo
y matando cada sombra,
no llegará el incendio ni se sepultará
tu perro al pie del limonero.
Subite, cosa
dulce, sos el ojo
del huracán que observa y guarda
en su pupila, entero
un corazón.

IX

Un estanque abandonado,
alrededor los renacuajos nos pellizcan
con sus boquitas sucias y seguimos
molestando por las ganas
de nadar esta mañana en agua cálida.
El estanque no es nuestro, es de los sapos,
las ranas, cada vaca que circunda
y bebe su quietud. Lluvia
que pasa por su esófago y salpica
un niño con brazada de perrito
o densa nube de quinta inhabitada
que en los veranos evapora el sol.
Este es mi mundo:
todas las cosas que puedan poseerse,
tarde o temprano, torcerán su rumbo.

Desencanto

1.

Donde quiera que vaya
tomo agua,
porque hay cosas
que son inalterables, más largas
que vos y yo
que nuestro tiempo.
A veces miro
un horizonte y me pregunto
cuántos atardeceres más veremos.
Otras sigo de largo, continúa
el agua circulando al lado mío
un hecho cotidiano o la creencia
de que igual al caudal
para mí
correrá la vida.
Nunca sé
más de lo que veo, soy
del mundo la experiencia sensitiva
la que no puede
imaginar lo disipado
lo disuelto,
la que peca
de no haber sido como el árbol
carente de voluntad.
Nada sucederá mañana, pienso
y siento
responsabilidad sobre mi muerte,
como si hubiésemos perdido en estos años
la oportunidad de dios.

3.

La seguridad para decir las cosas
titubea en tu boca,
primera sílaba repetida hasta encontrar
un tono o una idea perdida entre las voces.
Sin embargo,
yo sé que estás más cerca del silencio
que de nuestras palabras. ¿Qué será?,
me pregunto ¿qué atormenta
a este chico? ¿la entrada a una carrera
de la que sólo bajan los que sienten
que hay algo, al menos algo
sobre lo cuál no se vacila?
En el camino
dormís entre mis brazos,
las manos relajadas
y confiado a este mundo
que tanto te esperó y en el cuál
no querrías dejar de creer.

7.

Llegamos a los bordes de un río
y lo vimos desplegar
sus venas desde el muelle,
imaginamos
destinos diferentes para el barco.
Después, arrodillados
encorvamos las palmas y con ellas
fabricamos un cuenco de piel
y hueso que llevamos a la boca,
sobre las líneas de la mano las piedritas
brillaban refractando el sol.
Cuando el agua discurría
el brillo se apagaba:
no había oro allí sino reflejos,
un efecto o defecto de nuestra percepción.
Y entonces esa nimia
arena endurecida ya no tenía valor,
era arrojada
por nosotros mismos o ni siquiera eso,
la dejábamos caer con displicencia,
las manos relajadas, sin vigor
no retenían
nada entre los dedos.

9.

Algunas veces, pensar en el final
no nos condujo a nada
pero otras
fue bueno vislumbrar las consecuencias,
saber que estábamos
en pleno movimiento y éramos
pura órbita, un campo o una esfera,
en fin, la superficie
donde se desarrollaban,
en apariencia, ciertos hechos,
la sede
que un albur eligió para expresar
los detalles de una trama innecesaria.
Después

III

En el frío invernal
venía del corazón una pequeña llama
que se avivaba cada vez
y abierta la ventana dejábamos entrar
para amainarla un viento calmo
o una tempestad a la que el fuego
resistía heroico.
Sabiendo que nada se repite, nada es
dos veces, quisimos alargar
el sueño compartido,
volver hondo el agujero del amor
como si en nada fuera un agujero
sino la esfera de la risa,
el alimento, un hilo plateado
que ataba nuestras horas a la fisura eterna,
pequeñas grietas donde corrían los besos
por la cascada del sueño detenido

IV

Agotamiento era
que las gotas sonaran en la losa hasta acabar el agua
así los pensamientos y los músculos
llegaron hasta el fin,
flores marchitas que siempre sorprendían
porque algo más
había y algo más
en la cadena infinita donde el sueño
no bajaba los párpados, vigilia
del corazón empecinado
con el galope de una explosión solar o un viento liso
despeinando la arena de la playa,
era la fuerza al límite
y no como huracán sino el agotamiento
de la vista diluida en la luz o la palabra
que disolvió la voz.

V

Tengo memoria
de aquél sol, quizá el más bello
que haya visto, de las piedras
molestas salpicando
los pasos de mi hija en el camino
y la neblina previa,
de cómo amaneció y de mi certeza:
ya no vería la noche ni la luna
en la fosforescencia de los pálidos
objetos de la casa
que al apagar las luces recortaban
la oscuridad como fantasmas

VII

Tan tremendas las tardes
cayendo sobre el tilo y el gomero, grisáceo
el peso de una sombra que volvía
opacos nuestros corazones
de chicos que sabían del ocaso por el rostro
rasgado de la abuela o por la pérdida
de brillo en los duraznos
al despuntar la noche
lentamente
infatigables piernas de criaturas
tropezaban en las lajas del camino
tomando cicatrices de una vida reciente,
era a la hora en que la tarde
empezaba a despeñarse
y todo lo quedo, lo varado
bramaba su callada resistencia a declinar
sin haber conocido
más libertad y plenitud, su fusión
con el sueño,
en esas parcas tardes las hojas del gomero
o el tilo estáticas se iban diluyendo,
liquidando la luz
que provenía de la tierra
donde nacían constantemente hormigas, orugas y raíces
a condición de que murieran siempre

VIII

La tarde se veía
morir desde la altura del gomero
frondoso, la carne de esas hojas
atadas a las ramas que se erguían
en delgado zigzag,
los fósiles de piñas ya resecas
desparramados en la tierra húmeda,
el césped que empezaba a cobrar fuerza
lejos de las raíces y crecía
bordeando los caminos,
y todos los detalles
que hacían a la vida y con la nuestra
a la vida de un mundo que no conoceríamos,
prolífico y remoto el devenir
como si fuera un dios de arcilla colorada
creaba paso a paso las más casuales formas,
sus grandes manos gozaban moldeando
otra apariencia de las mismas cosas


La mesura


II

Costean las vías los árboles de julio,
la curva de Díaz Vélez
es un río de hojarasca que se afina
hasta hacerse invisible entre los autos.
En la tarde brumosa el vapor sube,
un mismo vaho mezcla
perfume y pestilencia.
Toda mi vida
esperando esta ciudad que ahora
aplasta una nube densa
pero hermosa,
como el alivio de repetirme y olvidar
una acción personal y doméstica
más vasta que un país.



coda

El viento va hacia el agua y el día a la noche,
así todas las cosas que se miden, se siguen
mutuamente
sin encontrarse nunca.
Hacia el viento

A Serena


Aire irrepetible que llama al movimiento,
como pisar dos veces las arenas de un río.
Algo pende de la rama aquella, algo
idéntico al recuerdo
que barre la lluvia nuevamente.
En remolinos las hojas, la pinocha
las ramas que una acción desconocida ha vuelto trizas.
¿No existen responsables en el bosque?
quizá nosotras
por regresar a la frescura de los pinos, haber estado
en la humedad de la tierra,
volver, ¿quién sabe? Se oyen los pájaros,
se cuela como siempre entre los nidos
el mar sonoro.
Cerca, atravesando las casillas
la ruta gris nos arde en los pies, los pasos
que no haremos dos veces.
Con el atardecer, en bicicleta
por la ladera que rechaza la ascensión,
la gravedad repele nuestro esfuerzo
modesto de trepar
al llano oscuro. Veremos otra vez morir el día,
disolverse las horas, transformada
una cosa en su aparente opuesto.
Pero de este enfrentamiento nace el mundo
que multiplica y divide su camino.
Como los dos sentidos de la ruta,
así también nosotras
estamos avanzando hacia la noche,
extrañas que parecen
confiar más en la luna que en sí mismas.
Y cuando todo baja,
estrellas en las manos que resisten al sueño
buscando comprobar la realidad.
Andar a tientas,
pisando las raíces que se elevan
y se vuelven tramperas sobre el monte,
el ramerío seco
guardando en el arrullo de su empuje
el canto de las aves, el eco vibrante
de los grillos. En este bosque
la maldición separa a las personas
como un abrir de pétalos.
Un pimpollo abandona
su gesto ensimismado, el excesivo
cuidado de la luz y del oxígeno. El centro
estalla donde el bosque estalla
y es el amor humano
el resplandor
que los ojos refractan y convierten
en su punto de mayor oscuridad.
En la fuga del camino el sol nos ciega,
la tarde es plena, indeclinable
un recorrido
infinito nos atrapa, cierto oasis
de futuro continuo. Sucede así en la ruta,
porque al mirar hacia delante nada
parece tener fin,
si acaso fuese el mar que va y que viene
todo sería distinto.
La caída del sol sobre la playa
alarga las sombras de las cosas
que permanecen en el mismo sitio.
En cambio en el camino
nadie en el mundo,
ni vos ni yo, ni las casas están quietas
y en conjunto avanzamos
hacia el fondo variable.
Pero de pronto algo
cae compacto, parejo, sin errores,
no queda un resto fuera de este frío.
¿A dónde estás? Parece
que se pierde mi voz entre los árboles,
más gritan los pichones metidos en sus casas
o el mar que siempre vuelve. No,
el mar suena en la gente
como un clamor constante, en cambio
en esta voz que te pregunta
se escucha intermitencia, altisonancia,
la variación más débil. Las palabras ignoran
el curso inapelable, progresivo,
que si la lluvia cae, aún si gira
un huracán dentro del bosque,
su fuerza individual, devastadora
es condición también de una rutina
furtiva entre las rocas.
No es más que eso la vida.
¿A dónde estás? Pateo
las ramas desprolijas, el desparramo es obra
de los años y de la tenue brisa transformada.
La pelea de otros
decide el territorio y no aprendemos,
imposible parece rendirnos ante el bosque,
el viento, o lo que sea que nos lleva.




La inquietud

V

Dice
cuando rebalsa el corazón
también estallan
palabras en la boca.
Un corazón inquieto
busca siempre
allá donde no encuentra.
Que las pasiones
enturbian la razón y el corazón
se pierde en pensamientos.
Es uno
y no intentes amaestrarlo,
conformar su apariencia.
Afuera es como adentro.
Que no lo calmes, dice
ni lo ensucies
creyendo que es de otro.

Los pájaros

II

Vinimos
para remar a favor de la corriente,
sin embargo hay una agitación
en lo pasible de los días y las noches,
el variar de los climas, las estrellas
que titilan o se esconden.
No es todo igual,
ninguna noche se parece a la siguiente
y en todas siempre el sueño y el insomnio.
Como si hubiera paz en lo que se repite,
un movimiento sísmico, una pausa
y la vuelta del temblor.
Ya sé, no me lo digas
no puede mi intención
cambiar el devenir, lo sucedido.
Amenaza el azar, y la esperanza
repone la ilusión de un orden personal.
La casa es sacudida
por algo imperceptible y cuando extraño
tu voz, miro los árboles
quietos en su sitio.
Si vivo acá es por eso,
no tengo más razón que el verde idéntico,
los pájaros, el paso de los hombres
que van a trabajar y los que vuelven,
el ruido de los autos, los partidos de fútbol.
Toda la impermanencia se compensa
con esta especie de ritual, mirar
por la ventana y ver lo mismo.
Que sean, dice, las noches
y los días.
Y es esto el regocijo, descansar
donde mi corazón no lo imagina.


III

Si yo fuera el gorrión
que una noche calurosa de diciembre
se sentó en una rama junto a otro
y se puso a cantar.
Y yo quisiera serlo,
silbar el tiempo que dure la canción,
cosquilla en la garganta o nerviosismo
por el ritmo inevitable.
No cantar más que eso, ni volar
si el aire está tan quieto que no ayuda.
Quedarme junto a otro repitiendo
la intimidad, la forma del amor,
vivir con calma las pausas solitarias.
Quiero decir, si yo
tuviera esa sapiencia que indicara
una razón real para quedarme
o salir a buscar.
O si supiera dónde y cuándo
los momentos elevan su señal,
si mirara el azar con ojos plenos
sin estos torpes
fragmentos de memoria,
no quedaría nada en el camino
ni sentiría vergüenza del error
o del deseo
que a veces son lo mismo.

De, Espacios naturales (inédito)


Paula Jiménez


Paula Jiménez es psicóloga y escritora. En poesía publicó Ser feliz en Baltimore (Nusud 2001); Formas, libro y cd junto a la cantante Valeria Cini (Terraza 2002); y la casa en la avenida (Terraza 2004), con el que obtuvo en 2003 una mención del Fondo Nacional de las Artes. Sus libros Espacios naturales (poemas) y Pollera pantalón (narrativa) permanecen inéditos. Su cuento Aventuras de Eva en el planeta fue editado en Barcelona, España (Urdiales 2005). La mala vida (libro de poemas) está próximo a editarse por Bajo la luna. Textos suyos integran diversas antologías argentinas e hispanoamericanas. Es colaboradora de la revista  Hablar de poesía. Coordina talleres desde 2001.

SANTIAGO SYLVESTER





Esa pregunta me hace dar cuenta de que soy muy poco ritualista. Tal vez esta falta de rituales termine configurando algún ritual, como por ejemplo anotar frases, ideas, en pedazos de papeles sueltos que siempre tengo a mano, y después pulir al pasar en limpio lo anotado. Las notas puedo hacerlas en cualquier lugar o situación, aunque predomine mi propia casa, sobre todo cuando estoy leyendo. Tal vez funcione la lógica conectiva, en la que una cosa trae la otra, y así aparecen las orejas de los poemas, después hay que sacarlos. He escrito con y sin plan, aunque en algún momento los poemas se terminan ordenando alrededor de algo: tengo varios libros con tema unitario, y eso responde necesariamente a un proyecto. Toda mi vida ha circulado alrededor de la lectura, pero no hago investigaciones ni lecturas especiales, más bien sucede que, una vez que ha aparecido el asunto central, todo lo que leo, aún lo más lejano, se orienta en la misma dirección. En cuanto a la corrección, no suelo dejarlos descansar porque soy obsesivo con la escritura y ella conmigo,  una vez que entramos en contacto, no nos dejamos en paz. Mi método de trabajo podría resumirse en la fórmula: escribo rápido y corrijo despacio. Con la corrección soy bastante maniático, y tiene un aspecto que francamente me da placer. Los poemas aparecen en y con palabras. Ahí es donde los encuentro, aunque el tema sea la vida real, la calle o un café.


***


Mi infancia transcurrió en Salta, en un patio poblado de macetas y canteros: una felicidad provinciana tan perfecta que me pasé media vida recordándola. Sin embargo, pronto me fui de allí; es decir, supe pronto que la felicidad dura poco, y ésta es una de las razones de la poesía. En general, de la literatura. Se escribe, entre otras cosas, para recuperar una felicidad perdida, y a la vez porque tenemos la certeza de que eso es imposible. Se escribe, pues, desde una amputación: desde una pérdida metafísica que nos obliga a salir, movernos, buscar el pedazo que nos falta. La poesía es una prueba de que la vida no está completa: hay un hueco que se debe llenar, una herida que tarda toda la vida en cicatrizar. Me he pasado la vida escribiendo poesía porque hay algo mío que no está donde yo estoy.  (fragmento de una entrevista)


Poemas



LA RÓTULA

De la rótula conozco, sobre todo, la palabra rótula.
No sé qué sabe la rótula de mí, tal vez que hablo solo y
           duermo de a pedazos,
pero ocurre que nos necesitamos, nos debemos favores, y
           eso cuenta al hacer el inventario.

Ella es un énfasis entre vocales graves,
yo un peso arbitrario, propenso a caminar sin rumbo.
Ella viene del latín, de boca en boca,
yo vengo de Salta, de tropiezo en tropiezo.
Ella se incrusta como un acorde haciendo fuerza,
yo digo mi opinión: enfermedad sagrada que agradezco a
         Heráclito.

Y aquí estamos los dos, sin saber el uno
casi nada del otro, pero ambos
capeando el temporal cuando lo premonitorio
habla de una dura década
que ya habrá comenzado,
y el dato de ese cálculo soy yo:
         pieza llena de mañas
         que ha llegado hasta aquí
         gracias a la complicidad de lo que ignora.


(de Escenarios, 1993)



El tiempo cobra peaje a todo lo que ha nacido para durar.
Peaje a la belleza, al porvenir, al odio;
peaje a ese montón de pelo atado en la nuca de la mujer,
a la mirada del hombre,
a las palabras que se dicen, al sentido:
            peaje aun sin saberlo,
            como existen caminos aunque no vamos a ninguna
                      parte.

Ellos se han sentado allí, mesa de por medio, con la
            intención de eternidad que aturde a todo lo
            transitorio: solos y a la vez acompañados,
            en estado de mudanza;
condenados a buscar cómo se sale de la contradicción.
El tiempo cobrando peaje es infalible;
y yo mismo, a mi pesar, sin ser el tiempo cobro peaje:
            no soy el tiempo, pero soy el que mira.


(De Café Bretaña, 1994)






(perseverancia del halcón)




Tiene nombre ilustre
y lo protege la serenidad: vuela sin inmutarse por el espanto
de esos pequeños alborotadores que resguardan huevos y
pichones:
                       él
con alzada majestuosa
y ojo directo
busca comida.
                      
                     Por estas quebradas
pasó la historia: él
vio todo: gente a manotazos, escapando o persiguiendo:
                     huestes perdidas, el murmullo de muertos que se
                     escucha promediando enero: una partida de
                     gauchos al acecho, la cabalgata heroica de pobre gente
obligada al heroísmo:
y vio también el merodeo, el desplazamiento: los restos
                     de una civilización que ha prescrito: piedras y
                     cantos con alguna ceremonia:
                                                                  él
vio todo desde su vuelo impertérrito: no juzga, no invoca,
                    no confía: tiene hambre.

Vuela, aterra, y todas las tardes
organiza ese escándalo; desde aquí
lo veo: sabio, sin prisas, esperando
que todos nos volvamos comida: historia, huesos,
                    animales,
persona.

(de El reloj biológico, 2007)


(posiblemente el unicornio)


Un unicornio mira desde tierra firme el Arca de Noé: lo
olvidaron al cerrar la compuerta.
Después vino la lluvia, y otra vez la lluvia. Peces,
pájaros y caimanes, más los zancudos que caminan sobre
el agua, tenían su habilidad
y no sufrieron sobresalto en la cuarentena más húmeda
que se recuerda;
el unicornio, sí.
Elefantes, caballos,
quirquinchos y corzuelas
estaban bajo techo en la chalana célebre
cuando se vino abajo el cielo inhóspito: cabras, gallinas
y tortugas (“ese
interesante animal que es a la vez
animal y domicilio”)
iban a salvo de cualquier diluvio;
el unicornio, no.
Por este olvido llegan de vez en cuando noticias de algo
que se perdió en un mapa antiguo, en algún
pergamino tapado varias veces por el polvo: señales
confusas que ya vienen de ninguna parte: restos flotantes
desde antes que el tiempo se volviera historia.
Y sólo queda el olvidado, el que no pudo ser,
el que dice cuando un artista atacado por el virus místico
lo rescata en un tapiz o en el cuadro de alguna sacristía:
“nací perdido y no quiero que me encuentren”; y mira
desde tierra firme.


(de La palabra y, 2010)


(nada como una buena salud)


Es increíble la cantidad de remedios: para cada mal, una cura:
para el mal de ojo, el asma, la mala fe;
hay ungüentos para el cuerpo y para el alma: ambos lo
                 necesitan, y a veces es el mismo:
se curan el desencanto, las aguas negras, el orzuelo: hasta
                 la ignorancia
tiene cura o mata.

Hay gotas para ver mejor
y para no ver;
diarrea, paso del tiempo, secreciones, caspa, desconcierto:
                  a cada uno su antídoto.
Para el descreimiento, cataplasma;
para el abuso de fe, antifebril: el método socrático
                  también sirve;
si se le enferma el yo, no olvide que está hecho
y puede estar deshecho: su enemigo es el sarro de la
                  satisfacción: se quita con lejía.

Si su empacho es de pasado, quítese el chaleco, combata
                  el monumento abstracto;
si hay exceso de futuro, no haga nada: un lustro más y
                  estará como nuevo;
lo peor es abundancia de presente: da jactancia: y ahí sí,
                  purga de la fuerte: que raspe hasta el hueso;
y no se crea inmortal: también eso tiene cura.


(de El que vuelve a ver, 2016)



(la primera vez)


Cada vez es más difícil hacer algo por primera vez: cuestión de
             tiempo para saberlo.
La primera vez que como una fabada, que leo un soneto,
que me acuesto con una mujer;
la primera vez que veo un muerto, un río crecido, dos perros
              peleando en la calle:
ya nada de esto es posible.

Acumular experiencias es buscar seguridad,
pero siempre queda algo para la primera vez: un deporte que nunca
              practicamos, tocar un instrumento, un amor del que
              ignorábamos todo, una ciudad que no está en los mapas;

siempre habrá algo nuevo si nos empeñamos en buscarlo,
incluso el riesgo de hallar lo no querido: por esta línea merodea la
              muerte,
siempre atenta, siempre queriendo acontecer,
siempre por primera vez.


(de Llaman a la puerta, 2019)




Santiago Sylvester


Santiago Sylvester, Salta, 1942. Autor de veinte libros de poesía, uno de cuentos y tres de ensayos. Premios en Argentina: 3er. Premio Nacional, Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, Provincia de Salta, Jorge Luis Borges y Fundación Argentina para la Poesía. Premios en España Ignacio Aldecoa y Jaime Gil de Biedma. Últimas publicaciones: La conversación, Visor, Madrid, 2017; Llaman a la puerta, del Dock, Bs. As., 2019; Sobre la forma poética, EUDEBA, 2019; y Ciudad, PreTextos, Madrid, 2020. Antologías: Poesía del Noroeste Argentino. Siglo XX y Poesía Joven del Noroeste Argentino; obra de Juan Carlos Dávalos, Manuel Castilla y Néstor Groppa; ediciones de Juana Manuela Gorriti y Federico Gauffin. Miembro de la Academia Argentina de Letras, correspondiente de la Real Academia Española.

RICARDO ROJAS AYRALA





No soy muy afecto a los rituales, o, dicho con un modo más feliz, no soy capaz de discernir los ritos mínimos a los que soy tan afecto y, en consecuencia, carezco de la aptitud adecuada para viviseccionarlos en estas sencillas apostillas. Sí noto, en este preciso instante por ejemplo, que para escribir alguna cosa, en un acotado e inestable remanso de tranquilidad, deben subsumarse un mar de libros sobre mi mesa de trabajo, dos destartalados diccionarios a mano, un Moliner y uno de sinónimos, y un caos cientológico de papeles en blanco donde anotar una sarta interminable de cosas, frases sueltas, palabras en desuso, retruécanos pasajeros, alguna paragoge irónica e hipnótica, que luego utilizaré en vaya dios a saber que otros venideros o inexistentes textos, que serán pomposos ad-láteres de la pueril pretensión de cambiar mi forma de ver el mundo para siempre. Tampoco llego a ser un exitoso cabulero, bien de bien, ni nada por el estilo, del arquetipo ese, tan entrañable y rioplatense, del inolvidable escriba que necesita apurar tres sentimentales vasitos de ajenjo o pernoud en la tumba de Pizarnik, en el escenario bastante deprimente de un olvidado cementerio de Avellaneda. Pero, ¡atenti al ladri!, nunca suelto zancadas, desaprensivamente, por debajo de una escalera con amenazantes pintores latinos encima, asaz afectos a la risa fácil; ni suelo pisar, con mis coturnos viejos, imprecisas baldosas flojas después de la aniñada tormenta que vos ya sabés.
Además, sí suelo tratar de acariciar, en toda circunstancia, los animales callejeros del mundo dueños del más variopinto pelaje, diseñado por los zurdos y fantaseosos naturalistas de siempre, que se me acercan de un modo algo más sistemático e indiferente que halagüeño.
Simplemente acostumbro instalarme frente a la computadora portátil contagiado de una fe, tan ciega como inexplicable, e insisto en la lidia con esa obra literaria tan intermitentemente trascendente en la que, todos los atormentables tozudos que despuntamos este viejo oficio artesanal, malgastamos la sangre, la exigua salud y el buen nombre. Generalmente estos estados, falazmente lisérgicos, me asaltan en las horas tempranas de la mañana, o en las postreras, que han sido abandonadas por el vilo de la noche, ya entrada su debacle. Jamás dejo de estar acompañado por mi sanchopancesco mate amargo, pletórico de yuyos cualunques, cooperativista y fiel en estas precarias empresas de la letra. Y siempre se me ocurren cosas, tanto en el tiempo libre para, como en el tiempo libre de. Pero estos horarios, harto antojadizos, confabulan con los que presto al derramar mi fuerza laboral en otra actividad, absolutamente extra-literaria, que me paga una escurridiza y necesaria prodigalidad.
Todo ello, luego, da a decantar en la pequeña posibilidad de poder escribir, un poco-bastante en paz, no tan ajeno como quisiera de las tontas urgencias y esquizoides tráficos de este capitalismo de pacotilla. Como dice, otro gran escritor, "he abandonado esos bares" (Muxica, dixit). Pues he dejado de prestarle alguna atención, al escenario donde me asaltan estos ínfimos y continuos raptos de escriba. Quizás porque me resulta tan agradable, en su demasía, la luz de esas ondas usuales, y secretamente corpusculares, que irradian los 100 wats, en el rescoldo despejado de mi sencillo estudio, y he podido abandonar esos bares. Sea.
Nunca accedo a la geometría unívoca y plana del papel de 80 gramos hasta no entender terminado, por vez primera, el texto en cuestión, tan sospechosamente empedernido en definitivas maneras. En tanto, la letra manuscrita, me ha abandonado en estos movimientos pretendidamente tan originales y, su lápiz, germina en el perenne olvido de los sutiles esquemas y los jarrones muertos. Un no puede establecerse exactamente cuándo, corroe un tanto y a mí quítame esas pajas.
Tal vez el ordenador, de una practicidad brutal, se convierta en algo más que ese fundamento egoísta y buen burgués en sus permanentes "ojalá", y en sus infelices "aquí", tanto mejor, yo colijo cualquier otra cosa.
La presumida animalada tecnológica tan actual en su palurda domesticidad. La quimera del no confort es apenas otro grado de la comodidad, lo sé. Pues, así también, al escribir, se me antoja la monocorde preferencia por el peor silencio al mejor Chopin. Hay una ensayadísima espontaneidad al escribir mis cosas.
Un plan que de tan meticuloso es una parodia pantagruélica y paratextual, si se me permite, mis amigos. Por ende no puedo comulgar sólo con lo que va saliendo, no conozco, ni domino, esa tal salida de emergencias que nos abandona a la frescura y a la lozanía de lo que se adolece, en la primavera de los textos. Esto, claro, no es más que una irrecusable imposibilidad propia. Qué, igual, hispanoparlantes uníos, "todo es literatura" resultó no ser una jactancia y a otra cosa. Bastaría continuar siguiendo la línea de la perífrasis a un tal Muñoz, poeta: diga que la poesía es grande y entramos todos. Los textos que me suceden, a mí, son del tenor de los fingimientos mayores, un trotecito campechano tras el disparate del conjunto organizado de las cosas y los pobrecitos hombres que hacen, lo que pueden, mientras se dejan explotar como si no tuvieran otros problemas mayores. La investigación se torna entonces inevitable, tan caótica como meticulosa, igual a la tabla del ocho cuando cualquier cristiano alienta la idea de algún infinito enérgico o confiable.
Los libros relacionados, los libros que no tienen nada que ver y se oponen, los estudios comparados por chamanes, los discursos políticos, los textos fronterizos, los latinos, los mamotretos obligatorios en la casa de altos estudios, la bibliografía menor, las ponencias oceánicas, los manuales universales, los libelos y los brulotes.
Como siempre, al repetirnos, lo aleatorio se amanceba al calor de otros textos, como algún avivado Menardo le dijo a Píndaro, hace rato, los libros vienen de los libros, viejo.
Y esta perogrullada, tan ingenua, encierra tantas toneladas de verdad como un lirio cárdeno.
La correción es un droga, nerviosa y adictiva, tan poderosa e imprescindible como la gloria sin par o el loor indiscriminado. Una vez que se tiene la desgracia de habituarse no se la puede abandonar jamás, ni con una andanada de ademanes de cuáquero barbado que añora. Contra tal situación, qué se puede esperar de un simple y ordinario escritor: se corrige y se corrige y se corrige.
He dejado descansar, como varios de mis coetáneos de más probidad, muchos textos para que leven en su talento. Estos, por cierto tipo de complicidad inextricable, han condescendido a soltar su propio moho y eso me ha servido, casi siempre, para anular y reescribir, en el ordenador, como un loco sin correas. El nuevo problema, aquí, suele ser la infinitud de las versiones. Desde una de tal fecha, digamos: verano, que depara un pasado tan remoto como inspirado en su vellocino dorado. Hasta otra, anclada en el futuro, primavera, que parece ser tan lejana como impagable en su promesa. Cuando siempre hay, hasta la náusea, otras y otras versiones posteriores que mejoran, un ápice, el asunto. O hasta que uno dice punto, mi viejo, punto, y sanseacabó.
Publicar, será entonces, lo que permite rematar un texto corregido, de una buena vez y en beneficio de todos los morochos de buen corazón.
Hay tal procedimiento y pretende ser una sucesión de acciones, sencillas, metódicas, políticas. Tan candorosas cómo: sólo se escribe solo. Solamente. Solo. En cualquier sitio. Todo el tiempo, o nunca. Según. Se escribe contra todo. Apoltronado en la silla que se ponga a tiro. Contra el amor, contra el odio, contra el dolor, contra la muerte, contra la vida, contra la poesía, contra tanto asesino suelto. Con lo que se logre tener a mano. En la habilidad fugaz con la que muñe el obscuro ingenio que se aprende a dominar, con mayor o menor suerte.
Acá y ahora, porque existe un antes, y escribir siempre es tomar partido. Así ha de establecerse un trato imprudente con la literatura, en la médula de la ignorancia de una cuál famosa angustia ante la hoja en blanco y el funámbulo de resultas.
En lo literario, la inspiración no tiene el más mínimo significado. Cuán sencillo trabajo con la letra, dónde, al no haber tales misterios, hay dudosas musas y otras obscuras substituciones.
Toda la caterva de los peores textos, que pululan por suplementos literarios y esos tan becables sesudos dossier de autor, y que, además, fundamentan tres movimientos extemporáneos, afectados y nulos, son apenas un exceso de inspiración.
Siempre se lidia con esas mismas dos o tres cosas. Sobre las que se intenta escribir algo tan amorosamente trascendente. En medio de una ideología de la razón un tanto más abrumadora que cándida, que logre vislumbrar algo más que un perpetuo tornar, de un desamparo a otro, en rimas de arte mayor o parrafadas interminables. Lejos de la perplejidad cómplice ante el estado perentorio y crudelísimo de las cosas. Desde hace, supón estimada amiga, unos dos mil quinientos años. No hay tamaña grandeza en eso. No hay, tampoco, ni tal capciosa rabia ni tal tremebunda furia. Hay, de haber algo que haber, quizás, tal pequeño y artesanal oficio.
Lo veramente admirable de ese tópico reside en la perpetua sucesión y en sus revoluciones. La hebra de incierta humanidad que no cesa en asentar juicio en la tosudez y apaña un presente engañosamente implosivo. Aún, de modo ficticio, cuando se decide participar o no en la Historia. En la mayúscula, se puede beber esa cicuta. Vos podés llegar a decir: nada más que una simulación, nada más que una piedra que cae o nada más que un teatro mudo.
Tras la delicada obviedad de la poesía, claro, que hierve en todos lados: en ese árbol que cae sólo en el bosque y nadie lo ve, en la delicadas estampas de Hirosigué, en la eneava y predecible puesta de sol, en la cabeza marrón del perro que nada frente al tsunami, en la negativa de Mohammed Alí, etc. Entonces, el hermoso y sentido arte de hacer primorosos versitos es otra cosa, bastante menos ambiciosa y bastante menos efectiva. La ceremonia de escribir funciona en el como sí, al armarse un sistema. Una torre de Babel tan propia y personal como desmesurada en su capricho. El sistema, en cuestión, siempre es la subversión misma. El atentado literal. Podría ser, en tal caso, la sumatoria final de esa meticulosa y desorbitada diagramación previa. Una exageración al investigar, en general, exhaustiva incluso en su imposible. Sobre un tosco asá que apenas se delimita, pero se piensa hasta el hartazgo como una nueva rueda. Una intensa fiebre del entendimiento y su voraz ejercicio en consecuencia. O aquél ordinario dispositivo poético que establece, sin hesitar, lo que se puede abarcar sin semejante error. Ahorcajar. Apropiar. Planearse una obra propia. Un recorrido tan peculiar como privado. El arbitrio de limitar porque sí permite hacer un recorte firme, vecino. Una raya tan indeleble, aunque "fosforescible", de salida. Partir. Ergo, todo ello es lo que aún provisorio "no me te se permite una obra". Marcar con un cruz, ahí, justo ahí. Ahí empieza la frase. Cualquiera. La incorrecta asa de la escudilla santa en la reforma perpetua. Sin dejarse arrastrar ni por la adoración del presentimiento ni por la inquisición santificable. Arrancar. Para acullá. Empezar por elegir. Mejor, establecer un probable y seductor teatro de operaciones. Qué otra altisonante y salvaje pretensión más que la de girar sobre una idea. O dos, o tres. Tormentar. Esas ideas, en un primer momento, que creen abarcarlo todo. Un texto, el libro. La posibilidad de la enciclopedia. Que simulan tragarlo todo. Que desean taparlo todo. Que sueñan con cambiarlo todo. Y se presentan, antes ilusas que cívicas, como inconmensurables. Mejor dicho, se muestran bastante peor que inmediatas.
Pero luego, al manipularlas, al trabajarlas... ¡Por favor! Pánfilos pulimentos. Tamizadas en un resultar que convalida la aparición de otras versiones plagadas de palabras. Rebosantes de palabras. Pletóricas de un vocabulario que sirve de eficaz carta de marear. Solitas, cansadas, válidas, revolucionarias, embrutecedoras y maravillosas. ¡Ja! Impías e insignificantes plurisignificantes pero que, de puro locas, aciertan un tono. Al fin: un tono. Le encuentran el sonido correcto a eso y por ahí ya vamos navegando para algún lado.
Y una versión que está abajo, agazapada. "La" otra. Como un tropo leprosario. Esperando el menor descuido para presentarse, alegremente. Esa versión que es capaz de tomar el poder del discurso y subvertirlo todo.
El texto, en consecuencia, va para otro lado distraído y se aprovecha. Recién. Pero hete aquí que ya tenemos agarrado el tono de la cola de caballo. No se extravía, en verdad, sino que desiste del rumbo previo, tan correcto, tan solidario con su tradición. La senda anterior del texto no es, ya, ni recuerdo, pero queda la música, una cierta fraseología que anima ese argumento.
El antígonum leptotus que verdece o se convierte en abalorio. Al encontrarse con algo que parece ser el propio oeste. Algo, de tan nuevo, viejísimo. Lo siguiente. Bastante más impredecible que individual. Ir para donde se infiere un qué, una pregunta. Ahora. Se atina a seguir, a seguirlas, a pie juntillas. O a los saltos de cuál gran charco infausto. Nunca se puede ignorarlas, ni siquiera. Nunca se amolda un lograrlo. Pero decíamos ayer: se corrige, claro, y se corrige, y se corrige. Casi casi, se hace lo que se puede con todo ello. El resultado es asaz incierto pero perdurable en el tiempo. Así funciona, y pasa un año, martillando con esos textos, o dos años o qué sé yo. Cuándo.
Por las ideas, son las que vienen de cualquier sitio. De la calle, de una conversación casual, de otras lecturas dudosas. Pura ideología. Andan sueltas por ahí como si tal o cual cosa las conmoviera tanto. Por el trabajo, en el descanso, en el andén equivocado, en las marchas, en los velorios, en los carnavales o en las cuaresmas más sentidos. Viajan, en la psicología de una despreocupación perpetuamente polisémica. Pero al hallar el tono, se tiene la piedra de toque.
Escribir siempre es un pequeño acto político de afirmación. También, vos dirás y es cierto, un gran acto religioso de febril negación. Religare. Ésta es la cuestión. Un "cómo" itinerante. El quid del meollo del embrollo. De juegos así, aún, se puede enfermar y no es otra malograda metáfora. Las puntas que se conectan entre sí como un trastorno orgánico, en el sentido de esas mismas palabras. De un modo infinito o categórico. El laberinto tan famoso por lo absurdo. Al elegir estos pensamientos. Al seleccionar. Al tratar con las ideas y los sonidos propios de una lengua personal.
Los textos son la especie del escamado y escandaloso Uroboros. Empiezan donde quedaron. Macerados en su propio acervo. En el atascamiento mas pueril y vanidoso. Un codo más acá del abandono. Allá. En ese febril letargo.
Más, de repente, en el texto, aparecen otras cosas. Interferencias nuevas, con su propia música. Se cruzan. Sin miramientos. No increíbles. Brotan, como el manantial bíblico. Mientras pensar, pensar, es cualquier nonsense. Y ahí ocurre, la catástrofe del ritmo. Ése es el momento del hecho en lo literario. La episteme epistolar de la letra. La peste al razonar, en conjunto, todo el procedimiento o todo el resultado por cuatro míseras frases. Una especie de tontera del texto. Un tic. Una ínfima desatención de lo arravesadamente académico. Una pobre manía de salvación por los verbos o por las rimas cadenciosas, y seguimos.
Las palabras que somos tan capaces de utilizar ya vienen con sus ideas propias sobre todo. Encima. Es y no es posible emplearlas vaciadas de contenido. Con un grado de impunidad, tan acorde a esos afanes. Cierta calamidad de la héjira de la literatura. Hay palabras que sólo funcionan en relación a otras. Se disponen cabalísticamente en un compás. O subordinadas a una férrea sintaxis del pensamiento dominante, a un lógica de la opresión. Las palabras saben de esos sencillos trucos. Las palabras que se desbandan, siempre juntas, logran un estilo, al final. Forman un estilo que tanto hiede como vanagloria. El estilo del dueño que vendría siendo, apenas, un obediente amaneramiento, de vez en cuando bello. Idéntico al no estilo de autor. A la no voz del amo. Que es diametralmente distinto a un silencio. Acorde a un signo, que vale, siempre, un nonada, pero cuenta más que cero en el sistema de valor. Aún los de la misma pobrecita calaña. La plusvalía de esa norma es el desasosiego del cannon. Un canon que no es otro estrépito que el fotograma de la mafia. Un ranking, tan famoso, del fracaso de la escritura propia. Un fogonazo tirado hacia la nada de lo que ya está mórbido. Petrificado en su gloria. Ni hay tal centro, ni hay tal periferia.
El que se parece, siempre, es el que perece, inmortalizado en el desacierto idiota de claudicar escribiendo un "cómo" cómplice, escribiendo un "para" acomodaticio, que más que pena asegura otras náuseas y otras componendas más bajas. La causa de la ruina en el mismo registro ruin y en la misma intensidad ruinosa.
Cuando, en lo literario, tanto en la prosa como en la poesía, alarde verdadero o simple acción es todo el resto que, mirá vos qué casualidad, jamás se mensura, tan insondable y tan fértil.
Pues, si del algo más sirve, en mí, al escribir unos sonetos irregulares, un profuso texto cualquiera, una novela introspectiva, un respondido cuestionario o un apólogo fallido, a esta misma altura de los acontecimientos, así semeja ser siendo lo análogo a la infancia del proceso, o su mímesis.
Y, por ahora, no puedo dar con ningún otro prefijo que se asuma como pertinente.





Las pasiones ocultas se alimentan de la vida de las personas, se esconden dentro de ellas, como los tifones se esconden tras las ciénagas, los montes y los bosques. Todo tipo de pasiones. Por eso en Inglaterra son sospechosos todos los que regresan del trópico.
"El último encuentro"

Sándor Márai



Poemas



Deseo

Ahora, Clodia mía,
celebremos juntos
la llegada de las fresias,
que antes del alba
nos coronen las estrellas furiosas,
esta primavera yesta felicidad
son el camino más largo.



Horror vacui

Gagarin sabe que la tierra
no es más que una quimera de los hombres,
confinados a este mundo, tan confiados.
Hay algo allá afuera que da pavura,
¿eso será lo que realmente nos mide?
Tan diminutos
los magníficos emprendimientos humanos,
aún los mil seiscientos kilómetros
de la gran muralla china resultan,
en la altura,
un insignificante verme...
Gagarin sabe pero no cuenta,
nada dice,
nada,
apenas sopla su té
que sorbe con estudiada parsimonia.




Tibias porfías


El viento y Plinio:
en el medio de tal porfía castillos, médano,
cuentos y espejismos sospechosos de toda laya,
pájaros que no pueden ser imitados, sirenas, moros,
moscas, ruda soldadesca, molinos,
animales de fuego, toda la china inexplicable,
otros animales que son del mandarín,
un mentiroso llamado Marco Polo
y un espía conocido como Mr. Burton,
el adelantado Don Pedro de Mendoza,
el alba y la aurora, rezos incomprensibles,
infinitos negros con tambores y grilletes,
una montaña de té, las tres gracias,
la peste bubónica, dos monos caí, (...)
Ho Chi Minh, y la nada espesa.
Tantos años después:
piedra sobre piedra en el pellejo del hombre.
¿Con cuál argumento exacto,
más drogados, emperifollados y soberbios,
alguien pretende detener lo que sopla?



La gloria entre las nieves

Bajo cero llegaremos a ningún lado.
La enfermedad es no tener sueños.
El trineo surca el blanco,
raja la inmaculada impavidez de la nieve sólida,
los pasitos de los perros y sus jadeos
son la única canción que conmueve.
Sueña Amundsen llegando al polo sur:
la gloria es la moneda de mi rey .



De, La lengua calibán

Ricardo Rojas Ayrala


Nació en Buenos Aires en 1963. Es escritor. Es Jefe de redacción de la Revista de literatura Los rollos del mal muerto. Publicó los siguientes libros: Sin conchabo corazón, poesía, Ed. El Caldero, 1993; Fabulosas alimañas de la pampa, narrativa, Ed. El Caldero, 1996; Hazañas y desventuras de Amulius y Numitor, narrativa, Ed. La Bohemia, 1999; Caligramas, poesía, Ed. La Bohemia, 2000; Miniaturas Quilmes, narrativa, Ed. La Bohemia, 2001.

domingo, noviembre 19, 2006

GABRIEL RECHES




Los ritos en torno a la escritura son móviles, pero siempre hay adherencia a alguno, o más bien, a la ilusión de un rito que nunca llega a ser como debería, y que de serlo, abriría paso a un poema que, finalmente, tampoco llega a ser como debería. De ese modo, en ocasiones resulta bello y hasta cómodo confundirse y modificar ritos en vez de modificar textos.

Ay, ay, escribís en un bar. Llega un momento de la vida en que ningún texto puede superar la perfección intrínseca y compleja de un licuado de durazno y un tostado mixto servidos por un mozo de blanco en la mesa de madera. En ese momento, el ritual reemplaza al acto de escritura. La poesía queda únicamente como experiencia íntima. Algo que se saborea en el paladar sin que otra lengua logre entrar ni salir. Lo mismo puede suceder con la noche, con las mañanas, con el cuaderno artesanal, las hojas cuadriculadas, el lápiz cuyo trazo nunca es definitivo, el roller y su apariencia de accidente, el viaje en tren, la notebook en la hamaca paraguaya o el reverso del boletín de un hijo. Al fin, el metatexto del rito es la huida meandrosa hacia el ego, la ilusión de una ceremonia de sentido que nos tendría como protagonistas. Después de miles de años de historia, ningún poema fue tan necesario como la rueda.

Desde que tengo hijos escribo con un plan previo. El plan puede incluir investigación, y seguro incluye diseño, estructuración, una especie de escritura por autoencargo. Claro, los planes fracasan. Los textos los dejo y los retomo, horas, días y años más tarde. Pero rara vez siento que descansan. Siempre corrijo. Corrijo, luego escribo. Forma parte indispensable de mi procedimiento de escritura. La corrección es el momento más creativo de la generación. Es cuando detrás de una hojarasca de histeria, lugares comunes y concesiones de época, emerge la presunción de una voz; incluso, de una voz ajena al autor –a lo que el autor cree o pretende de sí mismo- que es la voz del poema. A ver a ver: la poesía aparece en forma de conceptos, a veces de imágenes. El ritmo viene incorporado como un elemento, o es una tarea posterior de embellecimiento y en ocasiones hasta de oficio cosmético. Sobre mi vínculo: la poesía es un acto cobarde de claudicación; es no soportar la perfección del silencio y el blanco. Lo único que interesa expresar es lo inexpresable. La poesía es, de los distintos géneros de la palabra escrita, el que emprende ese desafío en el que siempre pierde. El poeta se ve una y otra vez derrotado por las limitaciones del lenguaje. Por eso mi vínculo con la poesía es casi como el de un tipo que lleva a cuestas una enfermedad crónica que no lo llevará a la muerte, pero lo acompañará hacia ella, sin elusión posible. La poesía es un mal que hay que aprender a llevar.


Poemas





larga duración
lado a
- El pacto social (125 v)
un sistema operativo el gobierno
de cada hombre y mujer fuera
factible espacios
recuperar, en otra piel
reiniciarse
segunda oportunidad o millones
cuando las cosas funcionan mal
y binarismo

***

ah, de la memoria arrojar
aciertos de los que vale arrepentirse
nada bajo estilo
aniquilación higiénica
un problema peor
pañales descartables para adultos
pañales para incontinencia con bozal y horca
presentación en bolsa de 10 unidades
(también en packs de 20 unidades)

***

pensando en la comodidad de
nuestros consumidores hemos diseñado
amplia línea de absorbentes
desechables para obreros
desechables con patrones
absorbentes
una opción por cada
necesidad
orden en las ciruelas o negritas con autoestima:
incontinencia moderada; ergonomía para todos

***

el peso de todo lo que no se levanta
por medios propios y del oro se distingue
carga la columna vertebral del asalariado
un ratón sometido a tareas de equilibrio
entre las que hoy destacamos
lucha por el bien común
laucha por el bien común
una rata que no infecta
entrenada en laboratorios
responde a su nombre
o a tres instrucciones simultáneas

*** .

Confederación General del Orto Abierto
sobre pañalines, como fiscalía
condena lo que mientras duermen
sucede. Ni tapado por la mierda
un lugar de trabajo debe abandonarse
cumplir de manera eficiente la atención
al público aún envueltas en el accidente
que genera la obediencia
durante siglos oculto por el cono
de los artefactos
encerrar aquello que el cuerpo tiende
a expulsar en un ambiente de perfume
no son tema para cierre de campaña
de quien se precie candidato a presidente

***

quiénes creen aún
en estados ideales donde el caballo
implanta despotismo benévolo
sobre obreros mientras lee
o navega, Yahoo

***

oh, gel protector
que gelatinizas líquidos
reteniendo en el núcleo
sufrimiento intrínseco de lo que escapa
lejos la humedad
de la colita del bebé
un núcleo absorbente
que impide el desborde
ay, Charles Fourier, 1772-1830
imaginaste a Marc Bolan
como una forma literaria
capaz de violarse a dos menores
así la comunidad fundada en la armonía
tiranía o libertad
de las pasiones
hay quienes al sentir pasión
tienen más poder
para ejercerla que vos y yo

***

y se cuelga
la remera que evoca a superhéroe
arrugada en el piso junto al montículo de chombas
en casa el desocupado que espera
la comida de su esposa que aún no vuelve
a nadie es capaz de cortar las uñas
dos cintas replegables que pueden ser pegadas
cuantas veces sea necesario sin dañar
un mejor ajuste, un ajuste mejor para todos
los otros
de la calle sospechas
una pila gastada en la boca del bebé
es el destino de este paisaje
si tal estado primitivo
no podía seguir subsistiendo
y pronto viene la señora huracán
todo lo malo fuera de aquí
dentro suyo
las cláusulas que prorrogan
esta réplica doméstica del pacto social
mientras algo pasa con el sol
lo que siempre pasa con el sol

***

En un período de 10 minutos, una laucha hace pasar 12 packs y 27 botellas. Estos desplazamientos provocan dolores de columna y pueden desembocar en accidentes de trabajo o eclipses parciales de sol tras la góndola de artículos eléctricos. Los modos operatorios varían de una laucha a otra y aun en la misma laucha, según comience o termine la jornada.
Las más inteligentes adoptan estrategias para reducir la fatiga física y los desastres meteorológicos mientras llevan adelante actividades revolucionarias de las que nadie se entera, como leer el tarot o escribir con rouge robado una afirmación en el plástico beige de la caja: no soy una rata, soy solo una laucha. Tipear con las patas los 13 números del código de barras antes que manipular el producto

***

En el primer día el hombre poderoso inventó la necesidad
en el segundo día unió la ley, el whisky y la mirada
lasciva sobre las hijas turgentes de los empleados del mes
en el tercer día el castigo y los consejeros espirituales
tela exterior impermeable de máxima seguridad
en el cuarto la fuerza pública o el acoso
quinto cárcel, postres refinados y rapé
propaganda gubernamental y familia
el sexto y en el séptimo la tv o el templo casino

***

que las cláusulas de este contrato
nunca hayan sido formalmente enunciadas
no significa que el patrón
sea otra cosa que voluntad general
la dirección suprema que organiza
dormir y despertar del resto
a un pulso que debe ser regular
sin parecerlo
discreta protección a ligeros
escapes de orina
una chica loca postergando curaciones
para saciar el deseo caníbal de una familia
desequilibrios no admisibles y el ser
así establecido que huye
hacia la natural libertad
como rebelión
o malos pensamientos:
el desierto donde va a ser ejecutado el delincuente
para existencia y salud de la sociedad civil
es decir en el restoran del año
comiendo tranquila mi madre rodeada
por sus animales domésticos
una burguesía depredadora
fuente de legitimidad de
cualquier cosa que pueda llamarse orden
cubierta suave con vitamina e y aloe

***

la justicia un pacto
entre egoístas racionales
periodistas comen
cuatro pulpos bolivianos
de una ecología nadie se atreve
a sospechar
barreras antifiltraciòn evitan
escurrimientos por la entrepierna
fraternidad termina en el fuego
por su propia fuerza pasional anulada
un precio razonable en el libre
juego de oferta y demanda
por una escalinata de becas caracol
se deshace la anarquía y éxtasis
acaso sea eso:
prometía libro
de revolución y tengo
un amigo vanguardista
que teme pasar de moda.

***

- Señor Córdoba (136 v)
Foto dos. Luz de asiento.

Hasta pueden contarse estrellas
por la ventana cerrada
el papel de caramelo, su
demasiado ruido y envoltorio.
Hombre que rescata a
su amada de los narcos
en la Película Micro, resulta
que no. No su amada,
solo una chica y qué,
Sr Córdoba en todo esto
algo habrá que provoque
pensamientos universales.
Tal vez el recurso noble de la mirada.
Dónde va toda esta gente que pregunta
dónde va toda esta gente.

Foto tres. Parada.

Gente que va de un lugar preciso a otro preciso.
La experiencia única
Señor Córdoba en el baúl
de un país hacinado de anécdotas
y sin embargo así se puebla el campo.

Foto cinco. La familia en el chorrito.

Aventura señor Córdoba
cómo entre
las piedras se va
quisiera agua
ser incluso
logra fugarse mas
no sabe qué perseguir.

Foto seis. Mirador.

El click de un tercero
capturas, un favor
la escena parecida a
la escena en que querría
reflejado verse.
Nunca frente a la luz ni
exponer las cosas demasiado.

Foto ocho. Casa del árbol en casa de te..

Como primates chicos
se cuelgan justo que árbol
ser no pensaba.
Manchados por la sabia
la edad en los anillos.
Un brazo logra partirse
de cuajo como rama de espinas.

Foto nueve. Cama con flash.

Funda el universo en canciones de cuna
mientras adormece ideas
-que considera propias-
de la muerte.
La paranoia es un examen de belleza
que en la academia llaman poesía.
El silencio que penetra y huye
de orificios nasales más pequeños.
Señor Córdoba y miles de ovejas
ojos al plato mientras familia concilia
todo aquello que en el sueño puede conciliarse .

- El efecto del viento (204 v)

¿Cuántas veces la tentación
de subirse al vagón de un ramal
preciso para bajar
exactamente en cualquier estación
y allí conocer la verdad
de las cosas, fundar una vida
sin sostenes ha quedado
inconclusa?
planos superpuestos
de movimiento en el tren terminan de expulsar
al pasajero por puertas o ventanas
llegar a casa
llegar a trabajo
nunca a destino
vuelve al destino
un nunca llegar

***

si no estaban incluidos como archivo
en el proyecto ni el recuerdo de alguien
si padre e hijo eran gotas parecidas
de las que globos no forman en el charco
si apenas se calcula la vejez
por anillos de corteza o la tortuga
oculta cabeza y extremidad
el paso regresivo de las cosas
superficie que por terror se vuelve piedra

***

día de campo en Florencio Varela
en la estancia del dueño
de un laboratorio nacional
a punto de quebrarse
hierros clavados en el suelo
el fuego que miran familias del salario
carne y los chicos corren
en círculo por ahí
el padre conoce de su afección
cardíaca hace dos días
viento distribuye el perfume
de choripanes y flores
causa de muerte años después
incrustado el cuerpo contra un camión de basura
excluida de la escena
resiste el corazón
el efecto del viento
la estructura que rodea es débil

***

al tomar agua y azúcar
en ocho vasos uno al lado del otro
sobre la mesada llenos al ras,
que el organismo genere
el reflejo que necesita
así deberían volver
al mundo que pertenece a todos
de la intimidad del tubo digestivo
cuatro peras grisáceas
sumergidas en almíbar
que despertó sospechas
qué ocasión para medir
el pulso en que transcurre la infancia
un corazón late
no con miedo a morirse
intoxicado por efecto del botulismo
un corazón late ahogado en la desdicha
sometimiento
a la orden del amo y después
no correr ni un poco en la clase de gimnasia

***

papa qué es yuyo, contesta lo que llega
sin remedio, con la fuerza de una premonición
lo que no debe regarse
paulatino se embute al deseo
tipo de un césped cortado
yuyo lo que de facto se desplanta
enseguida vuelve a echar raíz
yuyo es lo que mirás hijo,
por la ventana, lo que baila
en las vías al costado
porque ha crecido en demasía,
sufrido, el yuyo siempre viene grande
y el efecto

- Diente (350 v)

Un perno y corona perdidas equivalen a
-cuatrocientos kilos de pan
-noventa raciones de comida
-gasto anual de escuela de frontera
-cuatro barbies fairytropias
-dos bicicletas
-mesa ratona
-pacto con el fondo
***
Querido diente:
Nada de esto que voy a escribirte sobre un papel que luego introduciré hecho un rollo en una botella de gaseosa light, para arrojarla al estuario del que te fuiste escurriéndote de las reacciones tardías de mi boca por retenerte; opaca el dolor y la vergüenza cotidiana que experimento por culpa de tu ausencia y también, cabe decirlo, por otras cosas que no diré.
No sos un diente. Sos apenas si todavía estás y quién sabe cómo y dónde, la materialización imperfecta de la idea de un diente que estuvo y del cual ya no se conocen rastros salvo la forma escultórica que la falta imprime junto a los esfuerzos de un técnico odontológico y sus elementos baratos pero nobles.
De ese ahínco de doble orden por reponer y a la vez denunciar, de ese intercambio comercial que supone el desembolso de dinero para recuperar cierta capacidad funcional junto a un objeto que debe parecer un bien, naciste.
Eso no te hace menos querido, al contrario. Uno no valora a los hijos hasta que los mata y entonces para el pesebre solo quedan fotos, que en adelante serán amadas más que los propios hijos cuando el tiempo de amar era el que corría.
No estoy seguro de que puedas regresar por tus medios. Desconozco si el perno se permite, después de dos meses de inmersión, funcionar como aleta o pata de cangrejo que a los saltos alcanza alguna orilla, una piedra de la orilla en la que el sol pueda secarlo.
No voy a reemplazarte por otro. Así dicta el humanismo. Un original se reemplaza con una copia, pero la copia no se reemplaza con nada.

***

Si el agua separa o une
puede resolverse en cartas
familiares o
discursos de fin
de ciclo, inauguran
sociedad binacional de
fomento a la anestesia
parece inclinada
hacia otros verbos el
agua chupar tragar
escupir devolver
invadir retirar
escapar, bañar, romper
sin voluntad
jamás unir, sí aproximar
fragmentos de dos
cosas que difieren
hasta la igualdad se lima
es el concepto sano de erosión

***

Hay algo que gravita
sobre un centro propio
que en las tardes más apacibles
también se ubica en el fondo
el universo entero puede verse a la vez
atraído hacia el mismo punto
con las demoras que en cada caso
el agua plantea y así
sobre la frontera que parte
la noche al medio
surge la duda aquí
donde todo fue partido en dos mitades
el paisaje o la cancha de tejo

***

Dibujá en la arena con un palo o tus dedos
sobre o bajo relieve, con o sin agua
grandes o pequeñas figuras
bélicas, amigables, a varias manos, de un trazo
como los perros cavan
el agua se las lleva y reproduce
en otra orilla
junto a envoltorios de comida y
anillos de mujeres que extravían
el trabajo
una noche dura y tribu sabia
intercambia mensajes a distancia
sacando provecho del fenómeno
mentiras del padre para cargar al mundo
de un efecto al que supone poético
y que pulverizó la ambición
de toda una manada de directores de cine

***

el deseo de los hijos que hablan es una tele
14 22 am
cielo despejado
temperatura veintidos grados
a los quince de longitud oeste y cuarenta de latitud sur,
medio cuerpo del padre
medio de la madre
sumergidos en agua por presencia
de microorganismos turbia
pero de lecho parejo,
él tensiona los maxilares
se enrojece y después un no
de final prolongado, se pronuncia
a lo jasídico, en intervalos
que algún dibujo describirían
sobre el pergamino ortodoxo
de sus raíces familiares, molares
el temblor de un maxilar
se entrega al hijo como a una bolsa
repleta de frascos vacíos
la mejor versión de ella es alguien dominado
por el desconcierto
en cuestión de segundos generalizado
lejos nadie en el balneario
explica qué pudo perturbar
la inquietante armonía de la escena
-familia tipo inundada hasta la pantorrilla—
y cada quien a su modo
se rinde ante la evidencia:
movimientos groseros del padre
que gatea con dificultad
acaricia el fondo
retiene algo que se escurre justo
cuando el llanto
del hijo y con las olas
la hija conciben
un nuevo modo de hacer música

***

Bajo toda acción aceptada
se desarrolla con distintos grados de pericia
otra acción que no puede publicarse
el que simula hojear el diario para ver libre
culos de chicas menores o mujeres embarazadas
el que se entrega al vaivén del transporte
para apoyar su miembro contra cualquier macizo
el que guarda la ginebra en una bolsa naturista o
trafica estupefacientes refugiado en
asociaciones benéficas, el que escribe
las memorias de un moribundo para quedarse
con parte de la posteridad
el que junta caracoles en la playa mientras espera
que el agua le devuelva un diente

***

La vida y la armonía universal
—que las cosas funcionen como hasta ahora—
obedecen a grandes leyes físicas
y a pequeñas
casualidades coordenadas.
Del lugar que ocupa una llave partida
enterrada en el jardín por accidente
pende el equilibrio de todos los
objetos apilados en la casa.
Así la desaparición de la prótesis
en el umbral del padre que no ve
más allá de sus ojos ni logra
perforar la oscuridad del
agua que baña a sus hijos
derriba una estantería auxiliar en
la biblioteca de la universidad pública
y alteraciones diversas
provoca en la conducta de los miembros
de una secta con guías inválidos
y sede en tres capitales de Latinoamérica

***

Qué pudo hacerse de él.
Está en Africa.
Ya fue encontrado
por un manco.
Yace enterrado diez
centímetros bajo los hijos que juegan.
Lo tragó un pez
luego atrapado por red de poca monta.
O entre rocas el agua
lo lima en silbidos
mientras vuelve irreconocible

***

Por sostener a la cría
el padre obtuvo un nuevo agujero.
Exploraciones ergonómicas
ocultan de la sonrisa
el complejo de ventanas que hubieran
de llevar la vista al fondo
indefinido pero negro del paladar.
El lecho a ciegas
puede examinarse horas sin éxito
para buscar un pequeño cuerpo igual
a millares en peso y proporción.
Así la mano levanta piedras
del tamaño de uñas o granos de arroz.
La simulación de un juego, la vuelta al nivel cero
el grito de cosas horribles como iupi
y un pedido del padre
a un hijo que no encuentra razones
para festejar mientras la mente
se encomienda al azar
estadística de buena fortuna.
El cuerpo se ha desmembrado y
cada escisión antes unida
a un concepto por fuerza del diente -que sin ser tal
reponía una digna noción del ser,
ahora perdida en el cosmos-
aún sujeta a ligaduras físicas
toma un camino diferente.
Inconmensurable Río de la Plata
el humano prótesis
parece un poste en medio de la ruta.

***

larga duración
lado b

- boludos de blanco (125 v)
el Chico Alérgico
un sentido y un nombre
la infancia dos ramas, dos virtudes
de un poroto que al fermentar germina.
Ahora amigos en la fiesta
agua de pava en macetas vacías,
mirá la escena en diez años
whisky en vez de marihuana
un hijo que haga de gato
algo más que sólo puede
nombrarse entre íntimos

***

un árbol crece en la ventana
que no miro
pero un árbol crece
cerca siempre
de un mundo ajeno
fijo el destino a las ramas que pierde
las que caen para dar
calor ceniza
a una familia de rehenes

***

algo incomprensible da comienzo a la fiesta
los que están y comen carne
grasa de las manos en el pelo
del animal que mendiga
de nuevo el error de una bandera
clavada en el planeta del destino
mirá como bailas con Sandro y
creés ser feliz mientras el culo se te cae
la terraza el aire que corre
de comida los restos
desciendo en guerra
con la escalera caracol
despedida y detención total
qué pieza mover hacia donde

***

puesta por el viento
todo a devenir
de qué cara caigo como hoja liviana
una muere oculta
la otra aplastada
más domingos secos
más cantantes latinos
más zambullir el alma
en un postre caliente
río de boludos de blanco
de eso que era,
qué sobrevivió
prendo la luz
del living
propia y tenue.

- matricida (150v)

Si estuviese seguro
de olvidarlo
ya hubiera asesinado
a mi madre
pero el remordimiento
torturaría más
que sus llamadas.
Espero que sepa
morir a tiempo
o un rato antes
mi madre
todos los días
cava fosas
en la cabeza
para sus hijos
quedan vacías
o habitan moscas.
La última vez
que fui a comer
parecía verdosa
y pensé
Cuando el infierno la devore
diré mundo al fin solos.
Dios mío no la devuelvas
encima de todo un poco
más viciada.
Teléfono.
Es la noticia
de la muerte
de mi madre.
No. Es mi madre

***

La anémona de la familia
creía ser
mi madre
tanto que los vecinos
difundían de nosotros un nombre:
«La Familia de la Anémona».
Claro. Mi madre anémona
nunca fue y nosotros
tampoco familia.
Sí para la anémona,
un delfín sin ojos
dándose cabezas
contra la orilla rocosa
del silencio

***

Qué flaco estás
se te nota
calmo
qué bien te hizo
ahora que volvés
vas a enfermarte
aquí todo fue
bien
dentro de todo
vas a venir?
ya no llegás
saco a Daisy
entonces a la calle
si no llegas

****

En un paseo de compras
excitada por las vidrieras
busca a mi padre
en un paseo de compras
se le escapan los hijos
corren sin dirección
chocan con la gente
mis madres
en el paseo de compras

***.

Si al menos fuese
la planta artificial que
cuelga de su cuarto
no podría marcar
cada vez que marchita

***

Oraciones para mí o mi vuelta.
El teléfono torre de babel
y un timbre aparición
que no se da.
Parece mentira, una vida consagrada
y no viene a visitarme.

***

- la panza de mi chica (235 v)

La batería que huye de los
auriculares en frecuencias
como espuma que los poros
absorbían a veces es
para todos un sonido imperceptible
oculta en el concierto de las formas
rocas que soportan al mar
romper durante siglos en lo mismo.
El viento, el bote a motor
de pescadores
no voy a averiguar cómo funcionan
las cosas que no funcionan

***

He pasado los días
pensando en cosas precisas
para mi.
¿No es increíble que exista el walkman?
Voy a decirlo de otro modo
en un sentido cabal:
Ella sentada mira el mar
yo contra la piedra
defino mejor posición:
o abandonar las ideas que tengo

***

La vista siempre se levanta de manera definitiva.
No está más el mar
una rebanada de centeno
petrificada a la intemperie.
Así es como los días,
la repetición de los días
muta o parece:
noto que su panza creció pero no sé
si creció o si lo noto

***

Hoy desperté y dolía
algo que no es un órgano
y no era dolor sino vértigo
al impulso de un ventanal
romper con toda la fuerza
concentrado en la silla que viaja
de un lado al otro por el aire.
¿No es increíble que exista el walkman?
La pregunta es a ella
que está en el agua.
Algo tiene en el agua
nada adentro

***

en la pantalla negra
titila el punto
ojos fuera del destino
se baten a duelo
en duelo con el tejido
estriado
la pancita bombé.
En el diccionario
nombres de imperio.
recaudos para que ella no se caiga.
La panza de mi chica una bola
de cristal, la acaricio
para saber qué sucede.

- y la perra (173 v)

La gente frecuenta pequeñas salas
art nouveau o paseos
peatonales
así la tele
supone a Lisboa
un extraño en la vereda
gruñimos y no vamos a ver
hacía mucho no pasábamos
toda la vida en la cama

***

Estrellándose
contra la pared
el teléfono
solo obedece
cambio de ambientes
por la casa
no lo nota
la perra
hasta la perra
sigue sin vida
revuelta en los pelos
que despide

***

No me habla
no porque
no sabe
no me habla
no porque
no le gusta
cuando estoy
ausente
me dedica
jeroglíficos en la basura

***

Sobre la ropa con insectos
restos la arrullan
se adormece y en guardia
sobre el colchón que resiste
intento recordar
por dónde me escapé

***

Ojos sobre
la intensidad de la inercia
en una puerta al cerrarse
mendiga el hocico
exterior
hoy estaré lejos
correrá a la puerta
ante el sonido de un auto
y no más
sabe que volveré
o que me fui para siempre

***

Bajo la mesa de luz
el saqueo de un tesoro
delito es lucha
política en la casa
la dejamos sola y ella
no quiere fiestas
para pocos
los bombones son
de quien los trabaja

***

Escribo en la cama pero
una tensión, interferencia
viene del piso, allí la cachorra
observa desde que nació
esta imagen cuelga
de la cabeza de un presocrático
descubro ante cosas que hay
bajo las cosas que hay
la fe en que hay
cosas
***

- lo que me hace feliz (450 v)

Dodge 1500
La tendencia irreversible
es mi auto oxidándose.
Acumulo objetos útiles
para verlos morir en los asientos.
A través de las ventanas de mi auto veo el mundo.

Susy
No tuve nunca sistema
para leer salvo cuando no
leía nada sino revistas
Susy. Besos de lengua
dentro del agua
no había palabras
más exactas que slurft
o strelcht.
En ese tiempo me poseía
un terror doble infundido por madre:
concentraciones de líquido
y los labios de los otros,
suponía que algún
científico como animales
los describía sobre universos
llenos de leyes.
Ninguna de estas ideas
logré comprobar en las
revistas de las hijas
de los amigos de mis padres.
Las ponía delante para que
cubrieran mis ojos
y nadie supiera como veía.
Más tarde entrené para la guerra.
Intentaba besar
a los fantasmas de la casa
el vapor labial
en el metal de las cortinas.
Mi primer acto de valentía fue
enamorarme de las tazas de otro
de una chica que en algún lugar
supongo, vivía.
No pude llegar a sumergirme.
Invadía mi mente la imagen del agua.
Atiné a pronunciar slurft
algo se activó por azar.
Como todo estratega:
reconocí el lugar, me cercioré
de que su cama no fuera de agua
concentración para mantener a flote todo.
Penetré en un labio con precauciones.
Esta escena se repitió varias chicas.
Les gustaban mis zapatillas
Tenés los ojos tristes
es porque están hundidos
y me iba a otra parte
donde soñaba con pasar
las horas mejor.
Comencé la escuela de buceo.
Pronto fui un idiota.
Aprendía los secretos de la doma
pensaba como nuevo
chico domesticado.
Hay una maldad que solo encierra la ternura.
Hoy las hijas de los amigos de mis padres
tienen teléfonos celulares o familias.
Yo leo cosas nuevas para entender qué sucede.
Leo mucho, todo lo que puedo.
Cuando estoy triste quemo un libro y salgo al parque
a comprar viejos números de Susy.
Los labios anidan donde siempre
y mi casa fue comprada por un rico.

Revisionismo histórico

Gasté menos en libros y alimentos
que en cospeles de la casa
de videogames New York.
En la aspiración social
de quien fue una vida
casi entera aspirado
por el ocio
no aporta la derrota
imágenes al mundo.
Qué más puede perderse sino tiempo
en este laberinto
resistir y algo más.
Mientras la bola dure
me aflige nada
y ya ni aflige eso.
Ay, quitarse New York
un ilustrado sin saber qué significa.

Cumpleaños de una amiga
Gracias al aporte de cera caliente
gym, cosmética y terapia grupal
conocidos huyen cuando ofrece
el resultado de su empresa.
Que mi hogar no sea convento de clausura.
Velas se apagan y al quedar a solas
velas prendidas.
Baby siter a los cuarenta, cómo iba a funcionar.
Ella usaba polainas y los años
la volvieron otra cosa. Una igual
a una ya compacta
catálogo de pliegues
y expansión de profecía
en el oráculo de la incipiente
gangrena temporal. No hay qué alcance.
Silencio en la sala.
Y yo que diría
algo terrible sobre Bowie
-no vendrá a la reunión de toldo movil-,
Estallar al mundo es posible
con sólo dar vuelta la cara
decir no, pero quién querría hacerlo
si no controla el perfil desde el que es mirado.
Simplemente, no voy a beber
más nada en esta fiesta.
¿Alguien, de la calle
necesita cosas que ahora no tiene?
De los míos partir
al encuentro de buenos precios
algo que no haya vencido.
En la mano mi lanza
mis ojos excesivos
perdida la pelea por el tiempo
en las am pm.
Volveré con manos llenas
de cositas baratas
para todos.

Acepto mi destino
Pusilánimes, leves, comprometidos, progres,
correctos, reformistas, psicoanalíticos, expresivos,
interesantes, refinados, a b c unos, sí, sí,
el destino no existe, somos nosotros
y entonces por qué siempre con los codos
sobre la cinta que transporta
productos a la cajera
que hoy inicia su vínculo con
empresa multinacional
-aportará pañales a su indumentaria-
y aún desconoce los atajos ante la falta de cambio
no es tenida en cuenta por la supervisión
cuando una máquina detiene el fluir
de esta gran máquina que funciona
sólo para satisfacernos.
En los supermercados la gente importante
usa patines. Las chicas de patines se persignan.
y afuera a ver el sol
el dios sol, van
los que componen el resto
de las familias del mundo.
Gente que ya sale mientras ok,
espero a que aprendas.
porque lo haré siempre
como burgués y heredero
de la conciencia social reducida.
¿Cuál es tu destino? Yo soy el
Santo Patrono de las Cajeras.

Lo que me hace feliz
De todos mis objetivos
alcanzo mejor los pequeños:
hacerme el dormido para que atienda otro
parecer bueno parecer malo o
salir de los parquímetros
sin mirar hacia atrás por el espejo
desprecio por el futuro
colectivo, ese que parece
una fosa común y amenaza
con la embestida
si el conductor se impacienta le juego un idiota
la luz encandila y va a tragarme dirían, con razón
porque obstruyo su camino
y el de tantos con él
comprobar el carácter centrípeto del odio
es un oficio que puede disfrutarse, sí,
amo lo que rompe contra mi
al ralentar la marcha,
de atrás grita todo el que quiere llegar.
Cuando estoy por perder el permiso
del semáforo acelero. Atrás
un cúmulo de caminos obstruidos por mi vocación.
A veces la muerte piensa
en mi como objetivo pequeño
sus contactos telepáticos no dejan dormitar
corro por la casa
me pego fuerte, encandilado
sujeto a lo que haya cerca
espero al día
dejar atrás colectivos.
Eso, creo, es lo que me hace feliz.

La idea definitiva
Tuve que juntar los brazos como si rezara
sucede cuando duerme lo que hay cerca
y pienso unas cosas sobre no verme al desaparecer
ideas definitivas que en las reuniones callo
se llama cavar por amor
predilección por una imagen precisa:
un tipo callado a las tres de la mañana.
pegando patadas a la puerta
y el aparato de cd que no lee Sonic Youth.

El color del cadáver
Cuánto demora en perder
el cadáver el color
vos que del tema sabés
como un especialista
cuánto demora, decime
si lo tocaste
frases sueltas
para que pregunten
si lo mío es ingenio
el recuerdo en Sarandí
hace dos meses la ambulancia
de la morgue, el cuerpo
junto al cordón
espasmos de camilla
y comprar, cronistas,
una cajita feliz para pasar la guardia
o en la guardia algo
en la redacción nadie habla.
la gente se vuelve música de fondo
cada uno a solas con lo que falta.

Hortal
Todos los pensamientos
sueltos, sin dirección
no saben a que familia
atarse
fui un mago
fui un gladiador
fui un alquimista
fui un filósofo antiguo
un espíritu revolucionario
ahora soy mi cabeza
mi cabeza un hormiguero
pisado por un pie y las hormigas
que corren no son
los pensamientos
sueltos
son solo hormigas
que también tuve dentro de mí

De, Larga duración (inédito)




OBSERVACIÓN
FRENTADO AL SEGA


Esta última semana
es difícil creo
que iré, sí
me hará bien
explicarle cosas
a La Reina del Talk Show
Paso las tardes
enfrentado al Sega y
de noche al techo
evoco las tardes
que perdí
La mañana es
la mejor época
Exprimo dos naranjas
en la mesada pulpa
desparramo sucia ya
María Laura y decirlo
me avergüenza
Espero oh no
Callaré
Compré un jueguito
de autos el mejor
elijo y lo estrello
el equipo me despide
en él
mi impuesto municipal
se fue
El mundo me necesita
quién dice
Abandonarme
sin que rentas lo note
logro y disfruto
de esta vida familiar
a las amebas
Fundo por última vez
un sistema sin centro
de la basura algo
se integra siempre
y amor así
tiene que ser
no gané el
derecho a decir
Igual no escucho sus
pedidos católicos
sobre la higiene
Cómo voy a limpiar
si esto me nombra
y tengo que jugar
y la novela empieza
y destroza a su hijo
la vecina
Quiero escucharla.


MIRADA DOS:
GLACIACION

Avanza
el hielo
en la heladera
sin descongelar
Deglute el frasco
agridulce
Ayer
la jarra de vino
no opuso resistencia
Ningún habitante
demostró gravedad
y viene lo que Cipe
Lincovsky
decía de Bertolt
a mi memoria
El hielo un día
se tragó la panceta
pero no me importó
yo no era panceta
Entorno la heladera
dos nuevos rehenes
ganó
el hielo
inmóviles ahí
Terminará
por destrozar
el motor del aparato
Sobre la casa
provocará una
glaciación
Hará de mí
al avanzar
un muñeco de nieve
Y todos seremos
un mismo bloque
Siberia
la era socialista
amalgamados
en la parálisis por frío
Los hombres
Los animales
Los vegetales
Los objetos
Es trágico
ese destino del hogar
o es comunión
con su naturaleza?
Podría
cortar la luz
tirar del enchufe
delicado
en movimiento
y si bien no hay riesgos
algo en mí
se niega.

MIRADA TRES:
MI NAVIDAD LABORAL

Al comer
en la servilleta
dibujo un
no dibujo un
garabato y pregunto
si se puede
compartir el cadáver
pienso en el cadáver
incompleto de un bebé
una vaca bebé
La gaseosa la
trago quiero
digerir como permitan
lo que permitan
frente a las muecas
de esa chica blancuzca
Después de comulgarse
estudió hijos tuvo
hasta venir a realizarse
aquí donde duermo entre sobres
de edulcorante
abiertos
sin usar.


MIRADA CINCO:
FLACCIDEZ MILITANTE


Sobre la madera
en el club armenio
de Vicente López
espero
Llegan los otros
vestidos de hombre rana
o futbolistas
Contener el hígado
no podré
las cosas revueltas
en el hígado
cuando fluya el sudor
y contamine los cuerpos
de los desconocidos
el aire que no logro
inhalar
Pero esta vez correré
correr hace bien
correr hace muy bien
En el parquet habría una luz
Los veo de lejos
ingresan estudiantes
de matemáticas con medias
tubo delante mío
desfilan me tratan
con reparos
no entienden
mi flaccidez es militante
Nadie observa sus hazañas
Gaseosas en una hora
sin gas
Volverán con las remeras mojadas
Saldrán a comer con sus padres
Yo en cambio la herida
un premio a la sanidad
dicen que habrá que volver
en siete días y antes
crear al mundo
Salgo es una alegría
todavía en el sitio
exacto de las calles
están las calles
Cumpliré mi deseo:
volver a casa
comprar para comer
huesitos nuevos
podremos hablar después
de temas parecidos
En el camino
con el jadeo
compongo un ritmo
que no bailo.

MIRADA NUEVE:
BOLERO

Vuelvo con ganas
de paralizarte
después lo prometo
Dejame
Dejame paralizarte
después
café caliente de mañana
y un perro cepillado
lamiendo lo prometo
el piso de las migas
Mi bata
mi sonrisa
el satinol rosado
pero ahora
mutilarte un poquito
dejame untarte en las tostadas
del desayuno
¿Estoy excedido?
Ya se
Ya está
Ya se
me pasa
Ves? Ya se
pasó.


INTERMEDIO
TI

Salto salto salto salto
esperás en la cama
que me tranquilice
salto salto en la cama
yo también sal
to
yo
tu
yo
yo
soy
un
ti
tan soy un
titán soy un titán
titán de ring titán de ring
Karadagian o Poseidón don Eurnekian
o Krishna mur ti ti ti ti
te digo
que ti
Hablo con la voz
del Lewis más torpe
o de María brotando
del cogote
Trabajo en la montaña
de papeles retirado
y un día me presento con muecas
para que me ames
descendiente
te amo
decís
y yo: son muecas para que me perdones
Debo dejarte Dejarlos a todos Irme para siempre.
Encerrado en el claustrito
pienso solo sin voz
y vos bajo la escalera
sin revoque
mirás videos
de escultoras
Quién inventó la palabra
vacuidad
vacuidad
vacuidad
Mañana voy a escribir un poema
con vacuidad y camello
con cavidad y comelles
O deseamos ver al cuis que baila
con un dado en la cabeza
sin razones desafía el principio
de sustentación
RESPUESTA: El tiempo se precipita sobre mi parálisis de muñeco
EL UNIVERSO ES VULGAR
CONCLUSION: Pienso en el frío que hay fuera. Eso da frío.
No estoy enfermo. Juego a que enfermo. Sos un enfermo.
Enfermo.

FIESTAS
LA CANILLA QUE GOTEA


Al final mirá. Los viejos son los que más resisten.
Vos no bailás, no? Por qué no bailás? Nunca bailás?
Las cloacas. Lo que dudo de la obra son las cloacas.
Dice Pit que vayas rápido con la máquina.
La abuela baila. Dale que la abuela baila.
Antes trepó la mesa. Lleva antenitas.
Ensaya un strip tease.
Cómo se llamaba. Tenés que ir, verla.
Crees que no sucede nada.
Pero las cosas cambian todo el tiempo.
Son variaciones mínimas.
Tarkovsky iraní.
Vos no bailás. No? Tu mujer sí. Hay que dejarla.
Es lindo dejar a la gente que baile.
Aceptá que intercedan.
Por qué todos se corrompen al escalar.
Ahora sólo falta el baño.
Tengo una canilla que gotea.
Sólo pienso en la canilla que gotea.
Lo que dudo de la obra son las cloacas.
Sólo pienso en la canilla que gotea.


LA FOTO

Ocho viejos con gorrito. Agitan las maracas.
No hay sonido. La serpentina cae
con la jactancia de la piedra.
Me piden que encuadre una foto.
La última. Que aparezcan todos los hermanos.
Casi mil años, somos, bromean.
Junio del 999. La gente sentía
que terminaba pronto.
LA ENSALADERA SE ROMPIO
Comida agridulce. La amargura
es mamá tonta que pasea,
la ensaladera se rompió.
No nos sentimos obligados
no sentimos ganas de ayudar.
Otras cosas con suerte
también se rompen. Ella.
se mueve delante del espejo
revuelve ropas interiores alguien
que no salió de su pieza.
Prendió cuatrocientos cincuenta fósforos.
ya, el deseo era juntar las
cabecitas negras, siameses amándose,
deshace la estática. La relación entre
ustedes debe ser más independiente.
Pronto llega la hora de
sonrisas, deseos buenos.
Gastamos en el presente menos dinero que en la cena.


DESPUES DE MEDIANOCHE EN LA GUERRA


Atravieso un campo de guerra en auto
llevo a mi madre a salvo, a la frontera
ríe el mismo chico entre las explosiones
la mía no es tarea para remiseros.
La azotea es una embajada y van a hacer una fiesta.
Llegarán de todas partes con trajes típicos.
Volveré a tiempo.
Daré el discurso de bienvenida.
Queridos amigos:
Juro que no moriremos en la Plaza Serrano.
Juro que no moriremos en la Plaza de Toros.
Juro que no vomitarán si amanece.
Y me tiraré por la ventana para demostrarles que vuelo.
Y me tiraré por la escalera por ensayar otra caída.
Y les enseñaré a hablar el alemán.
En la tele de todos nuestros abuelos
el papa revela el misterio de los números.
La casa de mi abuelo nadie la roba.
La gente cree que es la casa del Papa.
Todos los que vinieron se mueven
entre todos los que vinieron
los que se quieren ir o los que llegan
los que visten más raro que yo
los que visten menos raro que yo
los que saben quién es el Gallego González
los que dicen que saben quién es Kurt Weill
los que dicen creer que saben quién soy
los que no hablan, los que no saben,
los que no creen, los que no son.
La casa ha reunido un basural de murmullitos.
Alimentos. Lo que deseaba me provoca náuseas.
Todos odiarán su espalda
cuando aclare.


LAS LISAS

Dejate guiar por el brillo de los ojos.
Obedecí. Compramos ocho lisas.
Encendí el fuego ya en la casa.
Con una nota sobre la sequía
y una silla que acabó por romperse
después de crepitar una era
contó Nuria, la autoridad
en el hogar del fin
de semana largo.
La misión era alimentar a dieciséis chicos drogados
el primero de enero, el último año
del siglo. Mis amigos.
Yo era el preceptor del reformatorio
me rodeaba la certeza fétida de mis peces.
Fui un prestidigitador para las verduras.
Mientras ahogados ellos en la oscuridad
soñaban con records en videogame
pedí cosas distintas para todos
El calor hacía sufrir.
Sobre mí quise que no se llevaran más
libros, que no me nombraran más ruso
que al morir mi perro no sufriera.
¿Cuándo se cumplen los deseos simples?
La parrilla secó las escamas
y ellos deglutían leche fría
poco atuendo para aparecer
tarde o volver a irse y volver
con nuevas medias viejas.
Esa mañana me habían observado tres mujeres
como si tuviera problemas con algún botón
o toda la ropa me la pusiera al revés
en la calle.
Ni las recordaba. Las emociones me habían atado.
La discusión se planteó por fin.
Unos necesitaban a Mister Bungle para sobrevivir.
Eso molestaba a los adoradores de A. Lane.
Apareció la última. Persona.
Había revertido la tendencia
de dormir para siempre.
Se tiró en la silla y evocó
el deseo de postrarse.
Éramos todos nosotros. Comimos bien.
Rompimos los vasos a las seis de la tarde
con esqueletos en la fosa común de la fuente.
Los tiré. Escuchaba risas
con la basura en la cabeza
como una mitra de las sombras.
Después de un día claro llovía y
pensé en lisas nadando
intenté algo con mis ojos.
A cien metros se podía presentir el mar.

De, Strip

Gabriel Reches


Gabriel Reches: nació en 1968. Publicó Gómez (araucaria 1997), el resto (Siesta 1999), Strip (bajo la luna 2000), la evolución (Siesta 2004) y Hamster en la Rueda (ediciones obsoletas 2002).